
En aquella época recuerdo multitud de firmas bombardeando los carteles de metro y calles de Madrid: Remebe, Mosca (Parla), Bleck “K” (La rata), Josesa Punk, BAH, Tito 7….., pero sin duda la que más me atraía era una que tenía unos trazos realmente divertidos, unos trazos muy acordes con su nombre: Muelle. Su peculiar rúbrica en forma de tirabuzón adornaba las paredes de medio Madrid en aquella época. Sin duda el volumen de firmas junto con la forma y nombre de esta, era algo que no pasaba desapercibido y que captó la atención de la gente, la prensa y la televisión de la época.
Lo que no cambió nunca fue lucha contra las grandes marcas de publicidad que invadían nuestras mentes con un continuo bombardeo de imágenes, por ello las vallas publicitarias eran uno de sus espacios preferidos para estampar su genial “Muelle”. Juan Carlos Argüello registró en 1985 su logotipo en la propiedad industrial. Nunca permitió que su nombre quedara ligado a alguna de estas compañías o empresas. Rechazó varias ofertas, algunas de elevados importes y puso varios pleitos por plagio, llegando a denunciar en 1988 al Ayuntamiento de Madrid por haber utilizado en la revista Villa de Madrid su firma. Curioso cuanto menos: El denunciado denunciante. Y es que a lo largo de su época de actividad sufrió numerosas veces la mano dura de las autoridades.
Muelle abrió el camino, el fue el primero de los denominados flecheros (Colectivo de jóvenes graffiteros madrileños de los 80 que desarrollaron un estilo de graffiti autóctono lejos del movimiento original del grafiti neoyorkino), fue el primero que pintó cartelas en el metro, que pintó en alturas, que agregó las sombras en 3D…. Fue fuente de inspiración para muchísimos jóvenes que siguieron su estela en unos años en que el graffiti tuvo su época dorada en Madrid, una época donde a pesar de la cantidad de gente que firmaba, había un respeto por las firmas, nadie las pisaba ni tachaba… Se intentaba ser el mejor bombardeando más y en lugares mas llamativos (Respetando los lugares de interés natural o cultural). Una época donde el graffiti no estaba vinculado al movimiento Hip Hop, donde cada flechero era una célula independiente pero a la vez vinculada a otros flecheros.
Juan Carlos Argüello murió a los 29 años víctima de un cáncer. Su obra no lo hará jamás. Forma parte de la historia de Madrid, de la historia del Graffiti, de la historia de los 80. Ha pasado mucho tiempo ya, por lo que quedan pocas rúbricas originales en las calles. Los lienzos utilizados son los más susceptibles de cambio, desgaste y deterioro pero las que quedan debería protegerse.
Desde aquí mi llamamiento a la conservación de las obras que quedan así como mi más sentido reconocimiento y homenaje a este gran genio de los 80, de los 90, de siempre……. Porque Muelle es inmortal.
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